domingo, 22 de febrero de 2009

N11. Texto

Esto no es música.
Gabriel Campuzano.
Anoche comencé a leer este libro, del profesor de filosofía José Luis Pardo, tantas veces recomendado por Jose Ramón y Félix. Por distintos avatares no pude hacerme con él las veces que lo intenté en el año 2008, cruzándose en su camino Paul Auster, Enrique Vila-Matas y Roberto Bolaño -varias veces- o Haruki Murakami e incluso Stieg Larsson. Pero ayer lo recogí y he iniciado su lectura sin poder evitar los recuerdos de aquel otro -La década prodigiosa- de Alberto Corazón y Pedro Sempere. Por lo visto y comentado, y por su propio subtítulo, se trata de una introducción al malestar en la cultura de masas y una indagación sobre los orígenes, el desarrollo y la influencia de la cultura pop en el pensamiento contemporáneo. Un viaje -cabe esperar- de retorno a regiones ya habitadas, en cuyos mapas permanecen zonas desdibujadas tanto por la juventud como por otras muchas razones, hoy atrapadas y ocultas entre los pliegues de la memoria. El comienzo ha sido espectacular y quiero dejar constancia aquí de los primeros párrafos leídos:
“Es curioso lo que sucede con el tiempo. Puede alojarse en una pequeña imagen en una cantidad desorbitada. Y esa imagen, a su vez, puede mantenerse oculta por décadas en un pliegue minúsculo de la memoria, sin dar señales de vida. Un buen día, algo la reaviva, la desencadena, y toda su carga acumulada se libera arrastrando con ella la propia biografía y un sinnúmero de fragmentos de historia y de poesía de cuya existencia no se tenían más que noticias vagas, que empiezan a importunar y a requerir atención hasta imponerse completamente.”
Encontrar este texto, justo cuando he terminado por aceptar que mis fotografías debieran ser únicamente la reconstrucción del trabajo fotográfico que realiza la memoria, es reconfortante y alienta la continuidad en esa búsqueda que comenzó con una sencilla experimentación técnica. La superposición de capas Polaroid con que hoy construyo mis archivos, se vio apoyada durante un buen tiempo en dos intereses concretos. Por un lado, conectar con aquellas experiencias deconstructivas, extremadamente atractivas para mí, generadoras de imágenes a partir de la destrucción-reconstrucción de procesos muy conocidos (casi reglados por sus propias patentes), y por otra parte la suspensión del tiempo y la deformación de la imagen (implícitas respectivamente en los proceso transfer y lifht-off de Polaroid) como abstracciones -formal y conceptualmente- complementarias que podrían ser asociadas evocativamente al recuerdo de la propia experiencia biográfica.
El proceso evolutivo de esta indagación, basado en un mayor compromiso con los valores de la memoria propia y, sobre todo, en el disfrute de las imágenes, me ha llevado a contemplar mis archivos fotográficos como metáforas del propio almacenaje realizado por aquella, que parece funcionar precisamente así: Deformando el tiempo y la imagen a la vez. Comprimiendo el primero hasta hacerlo tan difuso como una desaparición, y arrugando/estirando la segunda por las sucesivas reediciones del subconsciente …
… fotografías que, amontonadas en su contenedor, se muestran a miradas propias o ajenas y “toda su carga acumulada se libera arrastrando con ella la propia biografía y un sinnúmero de fragmentos de historia y de poesía de cuya existencia no se tenían más que noticias vagas”.

N11. Galería

Archivos A. Arquitectura Interior
Sainte Marie de la Tourette, Eveux. Agosto 2006

jueves, 19 de febrero de 2009

N10. Texto

El objetivo inicial de este proyecto fue indagar en la incierta pretensión de proyectar Arquitectura desde la Fotografía y, en ese sentido, la experiencia se suma a aquellas otras que proyectan desde el dibujo, desde la literatura, desde el cine, o desde cualquier actividad creativa que revierte experiencias disciplinares y acompaña los pasos del arquitecto en su recorrido personal indagatorio. Abierta esta puerta, otras más se abrieron dejando pasar el aire de otras tantas fantasías y reflexiones que se encadenan sin que una razón última pueda explicarlo todo:
... Arquitectura. Proyecto. Arquitecto. Fotografía. Mujer. Mirada. Arquitectura ...
Así, cuando sobre las maquetas apiladas se proyectaron grandes obras de referencia, surgieron las pholaroids -una tras otra- sin apenas tiempo para verlas. Viéndolas ya apareció la Mujer, como cliente/usuario y como metáfora de la propia Arquitectura.
DIARIOS DE ARQUITECTO (V)
ESTUDIO PARA BARBARA B (artista conceptual)
ArqPro05
En el mismo instante que la conocí me nombró su compañero para el siguiente capítulo de su vida. Y tuve que aceptarlo. Aunque me sentía estimulado y atraído, estos sentimientos nunca fueron separados de la intimidación y un cierto pánico hacia su heterodoxia. Incluso cuando terminé por aceptarla -comprendiéndola- no dejé de considerarla una excéntrica sometida al rigor de sus propios rituales. Tal y como me había pronosticado el escritor que me la presentó. Nunca he podido explicar como se desarrolló este trabajo. Incapaz por completo de ordenar la experiencia en un relato transmisible, hoy acepto que formó parte de nuestra relación cotidiana. Intima incluso. Charlar con ella de cualquier cosa era proyectar, pero también comer o dormir y hacer el amor. Preparando una fiesta para los amigos o yendo de compras, proyectábamos también. No puedo precisar en que momento surgió la primera idea. O cuando se descartó para dejar paso a otra. Ni siquiera sabría si hubo varias o una sola. Solo conservo los resultados y algunos vagos recuerdos de aquel período de mi vida. Formas y espacios que se mezclan con los del apartamento compartido, con los edificios visitados en el viaje de julio y agosto. Pero también con todas sus ideas sobre el mundo. Mezclados -incluso- con el contenido de sus libros más queridos. Y también los más odiados. Con las fotos que nos hicimos y con las que quise hacerle. Con sus manos dibujando en el aire. Era artista, eso está claro. Su arte había superado con mucho la frontera física de lo comúnmente considerado artístico y, a pesar de ello, fue bien recibida desde el primer momento por todos. Críticos, coleccionistas o galeristas. Incluso los propios colegas mantenían con ella una relación vital gracias a que “te incluía en su vida antes de cualquier otra opción”. Incluso antes de dudar entre aceptarla o no, ella ya te había aceptado sin remisión. Por otra parte, esto es lo único que hacía. Este era todo su arte. Unos la consideraban fotógrafa, otros escritora, otros artista plástica. Ella me dijo que hacia proyectos, pero yo creo que vivía su vida siguiendo normas propias -muy estrictas- para mostrar el resultado por partes. Fragmentariamente. Como piezas de un puzzle que cada vez que se ordena, muestra una imagen diferente. Una vida cada vez y ninguna la suya. O quizás no, y todas juntas están formando la suya.
DIARIOS DE ARQUITECTO (VI)
CLÍNICA DE ESTÉTICA PARA ISABEL I (cirujana plástica)
ArqPro06
Por necesidades de su trabajo, siempre nos reunimos en las dependencias de su anterior clínica. Un gran local que ocupaba los bajos de un sombrío y elegante edificio del ensanche en el que se encontraba perfectamente encajado. Una armoniosa integración producida más por la sencillez de su normalidad y anonimato que por un inexistente valor arquitectónico. Algo, a pesar de tanta armonía, se mostraba extraño en esa relación. Nada estridente, pero algún matiz rompía la continuidad compositiva de los elementos situados entre la cornisa y el zócalo. Incluso estos parecían algo ajenos. Observé tan sutil diferencia muchas veces, hasta el punto en que una cierta obsesión me impidió reprimir la curiosidad por más tiempo y, en una de nuestras reuniones, comenté con ella mis divagaciones. Su reacción de sorpresa la descompuso levemente, pero de inmediato recuperó su tono habitual de estudiado equilibrio profesional. El local -me contaba con todo detalle- la fascinó desde el primer momento en que lo visitó acompañando al agente inmobiliario. Era magnífico y su fachada se insertaba en el resto del edificio como un elemento compositivo más. Como un basamento. Se construyó conjuntamente con el edifico, como era la costumbre, y el anterior propietario insistió tanto sobre la importancia de la continuidad estética planteada por el arquitecto, que hizo prometer el mayor respeto en las obras de adaptación. En las pequeñas reformas que hemos debido realizar -me explicaba- siempre mantuvimos nuestra promesa. No insistí más sobre un asunto que parecía incómodo para ella, pero de esa y otras conversaciones con miembros de su equipo deduje el origen de mi extraña percepción: Las nuevas instalaciones, requeridas por sucesivas ordenanzas municipales, habían obligado a la realización de varias obras en distintos momentos y, aunque la intención fue siempre cumplir con la promesa, sutiles cambios se habían introducido “con la mejor intención estética”. Unos centímetros de más en la altura y de menos en la anchura de los huecos les daba una esbeltez que los acercaba a la sección áurea. Un pequeño adelgazamiento del fuste de las columnas las aproximaba al orden clásico de referencia. El estrechamiento de la cornisa la hacía más liviana. Algo parecido a un estiramiento de la superficie del zócalo había eliminado las juntas de unión -abiertas con el tiempo- dándole mayor continuidad al material. Las carpinterías fueron decapadas perdiéndose con la pintura la huella del tiempo... Todas estas modificaciones, que mejoraban cada elemento respecto del teórico canon de procedencia, habían pasado por alto su relaciones dentro del conjunto edificado. Una nariz perfecta en un rostro común. Quizás esto condicionó mi trabajo posterior. En mi opinión, toda nuestra relación en el proyecto estuvo marcada por este punto de vista. Las partes me fueron depuradas una por una. Mi trabajo consistió en salvaguardar el todo.

N10. Galería a

ArqPro_005
ESTUDIO PARA BARBARA B (artista conceptual)

N10. Galería b

ArqPro_006
CLÍNICA DE ESTÉTICA PARA ISABEL I (cirujana plástica)