sábado, 26 de abril de 2008

N8. Texto 1

GABRIEL CAMPUZANO: IMAGINACIÓN Y MEMORIA
José Manuel Caballero Bonald
La aventura fotográfica de Gabriel Campuzano delimita un campo artístico de palmaria singularidad. La imaginación y la memoria se han aliado para crear una obra que parece compartir otras formulaciones expresivas, especialmente vinculadas al lenguaje pictórico. No me refiero ya a un aspecto puramente técnico sino a una literal concepción estética. Ni que decir tiene que el tratamiento que ha utilizado Campuzano para canalizar sus fotografías participa de un hábil y profundo sentido creador, pero sobre todo de una fértil capacidad indagatoria en la búsqueda de equivalencias entre el arte y la realidad, o entre la memoria y la realidad. En este caso, el fotógrafo no ha pretendido reproducir una escena o un paisaje concretos, sino que los ha descifrado; no los copia, sino que los interpreta. Podría añadirse que adapta el mundo observado -evocado- a su propia invención de la realidad. No otra es la atribución esencial de toda creación artística.
El tiempo y el espacio comparecen en la obra de Gabriel Campuzano de un modo particularmente significativo. La manipulación del original fotográfico genera dos efectos en cierto modo complementarios: la indefinición temporal y la vaguedad espacial o -por usar las palabras del propio autor- una especie de deliberada “abstracción espacio-temporal”. Todo está sugerido, esbozado, como vislumbrado a través de una visión ensimismada de la realidad. Y eso añade sin duda una nueva sugestión a los temas elegidos. “No sin ser deformada puede la realidad exhibir sus enigmas”, dejé dicho en un poema y me tienta asociar ahora esa aseveración a esta admirable muestra fotográfica. Las deformaciones de los objetos, las indeterminaciones formales de los escenarios, es decir, esa suerte de “deconstrucción” que utiliza Campuzano para intensificar el sentido de lo real, tiene aquí también el valor de una reflexión en torno a la propia experiencia. El hecho de modificar los datos que suministra el espacio físico coincide con esa porción de inventiva que se alberga siempre en la memoria.
La memoria es el factor desencadenante, la materia prima del presente trabajo fotográfico. Pero la memoria suele actuar de una manera enigmática, impredecible. Intentar reproducir el contenido de esa memoria no tiene por qué parecerse a un acta notarial, a un reflejo fiel de la realidad acotada en cada fotografía. El que recuerda inventa de algún modo, aporta siempre algo que no pertenece ya exactamente al recuerdo fidedigno. Y eso es lo que le ha servido a Campuzano, creo yo, de guía estética y de instrumento de trabajo. La imagen fotográfica desvela así alguna zona no prevista, añade trazos desconocidos a los que proporciona la realidad, crea una nueva dimensión estética en el observador.
Cuando Campuzano se refiere a la “ciudad-imaginario” está definiendo en muy buena medida el más expresivo soporte dialéctico de su obra. Esos perfiles urbanos sólo bosquejados teóricamente en la imaginación son, por el contrario, más incitantes y efectivos que los procedentes de la realidad. Es como si los deliberados desenfoques, las complejidades de la mirada, propiciaran el descubrimiento del lado oculto de esa realidad. La “ciudad-imaginario” de Campuzano es la ciudad alojada en su memoria. Todos esos emblemas urbanos -“estación, fortaleza, catedral, ayuntamiento, palacio, mercado, plaza, cementerio”- pertenecen a otros tantos recuerdos andaluces del autor, pero trascienden su carácter habitual, anecdótico, para mostrarnos el fondo de todos esos recuerdos, su más eficaz y fascinante condición estética.
Si la fotografía detiene el normal transcurso de una determinada realidad, las que aquí se exponen rebasan ese concepto y abarcan un nuevo ámbito de significaciones. Me refiero sobre todo a una evidencia irrefutable: la de que Campuzano ha convertido su experiencia de la vida en experiencia artística. Y que lo ha hecho con una inteligencia y una singularidad que no dudo en calificar de modélicas.

viernes, 25 de abril de 2008

N8. Texto 2

Gabriel Campuzano

1. Andalucía sigue siendo una realidad discutida en múltiples aspectos de su identidad. La complejidad territorial y sus desequilibrios, con la complicidad de no pocos intereses espurios, han desarrollado una emblemática que no acepta con facilidad las capas de ambigüedad necesarias para el establecimiento de conexiones. Aún así, la pausada observación del conjunto de imágenes realizadas en sus ocho capitales, con el grado de abstracción espacio-temporal que aportan las técnicas y manipulaciones de la película instantánea, desvela la deseada ciudad-imaginario que nos es común.

Estas fotografías reflejan una visión personal enraizada en el imaginario más íntimo y en la propia memoria, pero muestran también una unidad -construida de imágenes- que convoca argumentos con proyección colectiva. En todo caso, representar la ciudad es una manera de hacerla: de crearla con los propios recuerdos.

Para materializar todo ello se ha determinado que la ciudad encontrará su mejor representación, más allá de imposibles planimetrías tridimensionales, esféricas y multicapa, en el “álbum reflejo de sus más emblemáticos elementos urbanos” . Estación, Fortaleza, Catedral, Ayuntamiento, Palacio, Mercado, Plaza, Cementerio... Cada uno de estos ocho elementos urbanos ha sido fotografiado ocho veces, en las ocho ciudades. De ese archivo documental resultante se ha seleccionado una imagen por cada ciudad y elemento urbano. Mezcladas, constituyen el álbum de alcacogrhujamase.

2. El proyecto, presentado a la Beca de Proyectos Fotográficos convocada por Cajasol, se suma a otros y forma parte de una toma de posición más amplia. Documenta un archivo de las ciudades próximas que se une a otros dos preexistentes, ya que trabajo desde hace tiempo en el registro tanto de la ciudad cotidiana como de las ciudades esporádicas. Un conjunto que pretende la reconstrucción, a partir de la propia memoria, de la ciudad habitada como una ciudad-imaginario.

Manifestar expresamente que mis trabajos fotográficos están ligados a la memoria puede resultar redundante, porque la fotografía -por su propia naturaleza- lo está sin más remedio. En todo caso, quiero fotografiar en el tenue espacio habilitado entre lo real y lo imaginado, mediante la reconstrucción de los recuerdos almacenados previamente en la memoria. Por otra parte, la elección técnica que supone optar por unos soportes fotográficos tan concretos tampoco es ajena a lo descrito. Para finalizar, me gustaría destacar solo tres argumentos técnicos:

. El aspecto de fotografía antigua es ilusorio. Me importa más la atemporalidad que se extiende sobre lo fotografiado, porque la ambigüedad a la que se ve sometido lo evidentemente contemporáneo (que no se oculta) deviene en una forma de abstracción temporal.

. La escasa nitidez suele estar asociada al nulo valor fotográfico. Esa falta de definición genera una alusión tan imprecisa respecto de los espacios fotografiados que debe considerarse como una forma de abstracción espacial.

. Estas fisuras se ensanchan con la manipulación que permiten los soportes instantáneos. El proceso es tan aleatorio que asocia para siempre cada imagen a un descubrimiento.

N8. Galería

alcacogrhujamase
Ciudad-Imaginario