sábado, 15 de diciembre de 2007

N6. Texto

El objetivo inicial de este proyecto fue indagar en la incierta pretensión de proyectar Arquitectura desde la Fotografía y, en ese sentido, la experiencia se suma a aquellas otras que proyectan desde el dibujo, desde la literatura, desde el cine, o desde cualquier actividad creativa que revierte experiencias disciplinares y acompaña los pasos del arquitecto en su recorrido personal indagatorio. Abierta esta puerta, otras más se abrieron dejando pasar el aire de otras tantas fantasías y reflexiones que se encadenan sin que una razón última pueda explicarlo todo:
... Arquitectura. Proyecto. Arquitecto. Fotografía. Mujer. Mirada. Arquitectura ...
Así, cuando sobre las maquetas apiladas se proyectaron grandes obras de referencia, surgieron las pholaroids -una tras otra- sin apenas tiempo para verlas. Viéndolas ya apareció la Mujer, como cliente/usuario y como metáfora de la propia Arquitectura.
DIARIOS DE ARQUITECTO (III)
AGENCIA DE MODELOS PARA MARIAJOA M (empresaria ex-top model)
ArqPro03
Era tan delgada como vehemente y movía sus cuarenta y cinco kilos a una velocidad de película antigua. Como todos los que se cruzaban con ella, también yo trataba de adivinar como sería su cuerpo debajo de esa talla 36 que le quedaba tan holgada. Casual, según ella. Sin músculos aparentes con los que marcar algún punto singular de su anatomía, eran previsibles pocas sorpresas sobre su interior, pero aún así, no dejaba de convertir todas las miradas disponibles a su alrededor en escrutante dedicación. Trabajamos con planos y maquetas y los pellizcaba. Cuando comentaba el proyecto nunca perdía el tiempo con lo acertado. Hablaba de lo que había que quitar, y lo hacia con pequeños y nerviosos gestos de sus dedos índice y pulgar. Pellizcando a pocos milímetros de una puerta o una ventana, de una cornisa o cualquier cosa sobrante en su opinión. Y prolongaba el movimiento de sus dedos con el gesto de lanzar una bolita desagradable. Incluso las veces que cambió su despacho -muchas- lo hizo pellizcando y lanzándolo a lo lejos. También pellizcó salas de reuniones y de espera. Y ascensores. Y cuartos de baño. Con ella, cualquier propuesta presentada sufría de inmediato una sobredosis de minimalismo radical en forma de ataque dactilar: pellizco y chorlito despectivo. Cierto día, cuando conversábamos relajadamente tras una sesión de trabajo, me explicó como los diseñadores de moda reducen el cuerpo femenino a las escasas líneas en las que apoyar el modelo. Pellizcando el aire y lanzando su bolita, estaba justificando la anorexia como una búsqueda de lo esencial. De la figura sublime que, por carecer de forma, podía tomar como suya la propuesta por el diseñador. Una especie de estructura optimizada en la que, no sobrando ningún elemento, los restantes son todos necesarios. El día que debíamos dar por terminado el trabajo seguía sin gustarle el resultado y continuaba pellizcando. Quedaba poco donde hacerlo, pero siempre encontraba algo con lo que formar su bolita. Tan poco había, que ya no podría decirse si faltaba algo imprescindible. Pero ni ella ni yo teníamos tiempo para seguir este proceso. Con el último pellizco lo dejamos.
DIARIOS DE ARQUITECTO (IV)
TANATORIO PARA NANCY N. (empresaria de pompas fúnebres)
ArqPro04
La agenda -abierta todo el fin de semana- lo advertía. Lunes, 15 de Abril, (10,00 AM): Sala de reuniones. Primera visita. Proyecto de Tanatorio. Desde aquel día, y todos los demás, esta mujer fue estrictamente puntual. Con la última campanada imaginaria saludaba -buenos días- y comenzaba una reunión que ya no dejaba de dirigir hasta el final. O quizás más tarde, porque su presencia se prolongaba levemente por detrás de su salida. Era mayor sin duda, pero con una edad incalculable. Extremadamente elegante, más allá de su apariencia, aunque desprovista de atractivo físico alguno. Exponía sus necesidades como parte de un informe forense y cuando escuchaba mis argumentos no transmitía una particular atención. Finalmente, convencida y segura pero sin entusiasmo, lo resumía todo desgranando una retahíla de obligaciones para el arquitecto difícil de seguir con atención por falta absoluta de estímulo (en esas reuniones se dibuja más que se escribe). Con tan calculado alejamiento, no obteníamos el necesario alimento del que se nutren las ideas pero, en cambio, nos relacionábamos sin ningún problema con el delicado motivo del proyecto. -Esta fase inmaterial puede resultar poco atractiva para algunos y me contagia- así me consolaba y, en este erial de emociones, avanzó el proyecto hasta tener una forma reconocible. Dibujos, planos y maquetas llenaban de objetos las reuniones, y las personas implicadas formaban ya un grupo amplio. Las formas propuestas, los esquemas trazados, los estados de ánimo, una discusión de tráfico, un problema familiar, un retraso. Algo o alguien debería habernos sacado de la atonía, pero nunca sucedió. Nada hacía saltar la chispa eléctrica desencadenante. Y el proyecto se dio por terminado solo cuando tuvimos la absoluta seguridad de haber resuelto todos los requerimientos planteados por las partes. Ella quedó satisfecha y yo también. En mi interior, sin poder evitarlo, la asocié con la Muerte por más tiempo del debido. Ahora solo encuentro una explicación al fenómeno. Esta mujer mantenía un trato cotidiano que resolvía como el reloj lo hace con el Tiempo. Midiendo, señalando, encauzando hacia delante y sin pasado ni memoria. Como si dejándose atravesar por él se hiciese inmune a sus efectos. Veo el proyecto como un reloj. Y a mí, atravesado por ella.